martes, 28 de mayo de 2019

Una ausencia justificada

Estuve intentando volver a escribir desde hace mucho. No había logrado sentarme para algo diferente que el trabajo. Y que la vida, vaya. La cuestión es que sucedió tantisimo allá afuera, que tocó entregarse a las experiencias hasta poder venir aquí.

Todas las experiencias han ido a un mismo punto: Aprender sobre el tema de abrirse, de ser auténtico, de quitarse capas viscerales, quitarse prejuicios por las buenas, por las muy buenas o por las malas. Para colmo, todo esto vino acompañado con un nombre que, quienes son cercanos, ya me escucharon nombrar montones de veces: Brené Brown.

Esta bendita señora lleva más de una década (tirándole a los 15 años), estudiando tanto la vilnerabilidad como la verguenza (shame). Y entonces uno piensa: Esta mujer será una iluminada diciéndonos lo equivocados que estábamos y mostrando, al estilo Marie Condo, las bondades de su manera de pensar. Primer error!!!! La mujer habla de manera maravillosa y divertidísima, el horror que fue para ella ponerse de conejillo de indias para mostrar y entender sus propios descubrimientos.

Una persona hiperracional, que basaba sus ideas en la precisión de las estadísticas, los datos duros, los resultados de sus investigaciones. Ahi fue cuando le salió el tiro por la culata. Una persona investigando sobre la vulnerabilidad, tuvo que ponerse en un estado vulnerable para entender las implicaciones de su investigación. Cuenta anécdotas sobre sus primeras sesiones de terapia donde le dicen CLARITO!!! que abrirse a esa vulnerabilidad le va a doler, y mientras más se resista, más doloroso le será.

Ahora vienen las buenas noticias. Una de las grandes conclusiones a las que llega, hilando la capacidad para mostrarse vulnerable con el atrevimiento a dejar de lado la verguenza que conlleva esa apertura, nos hace seres sumamente seguros. Ella dice algo como "la vulnerabilidad no es debilidad, al contrario, es una muestra inmensa de fortaleza el poder mostrarse tal y como se es realmente".

Y entonces viene la segunda parte. Empecé una experiencia profesional que, incluso antes de involucrarme con las investigaciones de la Dra. Brown, me dio esas lecciones sobre aprender a conocer antes de juzgar, maravillarme con el sentimiento (mutuo) de abrirnos a mostrarnos desde esa autenticidad y abrir nuestros mundos por completo. Una sensación muy curiosa porque de entrada, esta experiencia involucra a una persona digamos que, facilmente identificable pero que no tiene nada que ver con la imagen que se maneja públicamente. Al día de hoy, estoy sumamente agradecida por estar viviendo esta experiencia.

El fluir de esta experiencia se juntó con las lecciones aprendidas de Brené Brown y resultó, que empezaron a venir muy al caso en la experiencia profesional. Así que iniciamos nuestra propia investigación sobre su investigación. Comenzamos a ver los alcances inmensos a nivel personal y profesional que los dichos de la rebelde Dra. Brown tenían. Desde nuestras humildes perspectivas estamos buscando implementar cambios, transmitir mensajes,  sobretodo dejarnos ser.

A la par de estas experiencias tan positivas, surgió una que, está siendo positiva con un disfraz de negativa. Muchas de estas enseñanzas llegaron desde un "esto pasa cuando no aplicas esas enseñanzas". Ha sido interesante leer la situación desde esa pantalla que nos ha cambiado las últimas semanas. Que, irónicamente, está reforzando y validando lo aprendido y aprehendido. Ha sido interesante también descubrir cómo la forma de mostrarnos termina por definir nuestro futuro. Sin bolas mágicas ni tarots, puro sentido común. Algo así como: si sigues provocando al perro, te va a soltar una mordida. Si aprendes a relacionarte con el perro, aunque no se hagan amigos, te irá mejor.

Les recomiendo fuertemente que vean alguno de los videos de Brené Brown, tiene TED Talks muy interesantes. La primera, está en el Top 5 de videos de TED. Con eso les digo todo.

https://www.ted.com/talks/brene_brown_listening_to_shame

Este link es de su segunda TED Talk. Donde cuenta mucho de lo que pasó tras esa primera. Les recomiendo ambas. Sobretodo, les recomiendo refleionar en las cosas que dice, aplicarlo, atreverse, abrirse a experiencias a las que nuestros prejuicios y miedos no nos permitirían abrirnos comunmente porque, les aseguro, hay muchísimo aprendizaje y gratificación en el proceso.

Hasta la próxima!!!

martes, 5 de febrero de 2019

Streaming humano


Acabo de ver el primer capítulo de una serie que acaban de estrenar en Netflix. Había escuchado buenas críticas, pero no siempre me fio de los comentarios. El caso es que decidí darle click con la intención de ver si me enganchaba, seguir mis rutinas y continuar viendo el capítulo con más calma unas horas o días después. Terminé por verlo entero. Me encantó.

El tema de esta serie se me quedó en la cabeza un buen rato y comencé a pensar en escribir sobre él. Entonces recordé otra serie que he estado viendo y que acaba de estrenar su segunda temporada y con la que me siento muy identificada porque habla de los conflictos que estamos viviendo actualmente en mi generación. Ya entrados en gastos pensé en una tercera opción, sumamente popular, pero que me pareció que exageraba, aunque encuentro el punto de su temática.

¿Qué tienen en común estas tres series? Todas hablan de relaciones interpersonales y los conflictos que conllevan. Todas hablan de las inseguridades que tenemos donde se supone que deberíamos dominar, o eso dice la sociedad. Todas hablan de lo inocentes que a veces somos, no importa la imagen que queramos dar, o que se quiera que demos.

Vayamos al detalle:

La primera serie, que recomiendo muchísimo y ojalá se convierta en tema de conversación en casas, fiestas y escuelas se llama "Sex Education" y habla del que pasa por la cabeza de los preparatorianos y sus familias, desde un punto de vista muy peculiar: El hijo de una terapeuta sexual que tiene tanto conocimiento y libertad, que se siente abrumado por un conocimiento tan lleno de tabúes... ¡Y estamos hablando del Reino Unido, así que, si lo transportáramos a México, esto sería la locura! Una joya de serie que es necesarísima en pleno 2019. Además, es divertidísima y muy, pero muy humana.

La segunda, que aunque es menos profunda es muy disfrutable y divertidísima (por lo menos en ese punto de identificación tan fuerte) se llama "Friends from College". Me parece divertidísima porque tiene personajes muy variados que realmente existen en el entorno en el que estoy: Eternos solteros con más o menos éxitos, lo que les da o les quita glamour a la vista de los demás, pero que no los hace tan distintos. ¡Parejas con mejor o peor situación y la mezcla de los conflictos pequeñitos del diario con verdaderas telenovelas que... sí!  también existen!!!  A eso le añadimos puntos de nostalgia como Fred Savage, Cobie Smulders, y otros actores que hemos visto en otras series favoritas de hace pocos y muchos años. Échenle un ojo y diviértanse o muéranse de pena viendo lo inmaduro de los que se supone que estamos dando el ejemplo jajajajaja.

Tercera, obvio: YOU. Órale, entiendo el punto "no tengas dos mil amigos en tus redes, de los que realmente no sabes nada, a quienes no conoces y a los que les informas hasta a qué hora vas al baño". Entiendo el punto de exceso de información en internet que nos hace susceptibles si no ponemos límites. Y sí, es bien fácil enterarse de ciertas cosas sin intentar saberlo siquiera y SÍIIIII la gente se indigna porque alguien lo nota.  A pesar de todo esto e, insisto, solo vi el primer capítulo, los límites que puede alcanzar el chavo y que no spoilearé, me parecen muuuuuy subidos de nivel y me preocuparía que de verdad nadie hubiera notado que una persona es capaz de comportarse así o de vivir tan ajeno a lo que le rodea. ¿La viejita que lo encuentra fuera del edificio? ¿Un aparente perfil de Instagram que caía como anillo al dedo a una circunstancia que ni el mismo maniático protagonista suponía que podía usar? No sé, me parece que intentan demostrar demasiado un punto que han mostrado con más éxito documentales, artículos, experimentos sociales y hasta los papás.

Lo que sí reconozco que logran todas estas series, es reflejar lo diverso del mundo y a la vez, lo parecidos que somos en cada etapa y sin importar el país. Evidentemente, estamos ya tan conectados, tan globalizados y tan condicionados, que nos parecemos mucho más que hace 50, 100 o 300 años. Lo bueno: nos ayuda a encontrar los puntos comunes y dejarnos de tanta payasada de identidad racial, sexual, nacional, etc. Lo malo: somos más fáciles de manipular porque ahora nos funcionan las mismas fórmulas.

En fin, creo que, sin abusar del análisis, está padrísimo estar expuestos a todas estas formas de hacer televisión, de conocernos a través de ellas, de divertirnos y de reflexionar en modo light. Disfrutemos y echémosle un poquito de coco, que como decía el otro día, tarde o temprano nos toca ser ejemplo y ser críticos con todo lo que consumimos y transmitimos.


¡Bonita noche!!!!

miércoles, 30 de enero de 2019

Pensaba, pensaba...


Hay un tema que ha ganado mi atención varias veces en los últimos meses por distintas experiencias y conversaciones. La profundidad de las respuestas, reacciones y opiniones varía mucho dependiendo de los involucrados.

Más que ser un punto específico, es la reflexión del por qué nos preocupa tanto el qué dirán y qué tan justificada es esa preocupación. Ojo, no digo que a todos nos importe igual ni que necesariamente le demos la misma importancia a la opinión de cualquier persona.

Tengo amistades que se saben en circunstancias poco comunes, que involucran desde carácterísticas en su familia hasta el estatus de éstas. Sus reacciones, de acuerdo a su experiencia de vida, su madurez, su perspectiva, varían desde directamente encontrar un orgullo en sus peculiaridades, determinar que el asunto es sólo de la familia y a nadie más debiera importarle, hasta preferir conservarlo en un círculo muy cerrado como forma de protección.

Puedo decir felizmente, que la inmensa mayoría piensa, como diría Ana Torroja, que "lo que opinen los demás está de más", y la verdad, me da mucho orgullo saberme rodeada de personas con ese nivel de valía y de madurez. He notado como en el momento en que los involucrados asumen cualquier circunstancia como una experiencia de vida más o una característica igual de respetable que cualquier otra esos aspectos que resaltan de su círculo familiar, se forma una especie de escudo que genera un gran respeto por su privacidad, por la naturalidad con que se trata el tema.

Podría poner ejemplos, pero me parece inadecuado meterme con la singularidad de esas personas. Además, creo que absolutamente todos tenemos temas personales que nos hacen identificarnos con la idea de privacidad. Podría mejor, a grosso modo, hablar de cómo cuestiones sumamente privadas como la salud, la preferencia sexual o el estatus en las relaciones de una persona nos puede llevar a proyectar una imagen y en ocasiones un miedo casi siempre injustificado.

Ahí es donde viene mi repetida reflexión: ¿Qué orilla a un grupo de personas, o a un miembro de ese grupo a querer blindarse ante las singularidades de ese conjunto? ¿Qué tan vulnerable puede llegar a sentirse una persona para pensar que su individualidad no es respetable? ¿Qué tuvo que haber vivido o, en qué entorno se está moviendo para sentir que revelar cualquier aspecto de su realidad le excluiría?

Hace un par de meses tuve una conversación con alguien que tenía mucho miedo, o rabia más bien, por pensar que alguien conociera datos que eran bastante evidentes. No solo eran evidentes, sino que me parecían irrelevantes para esos posibles críticos y más aún, me parecía que el propio entorno en el que parecían exponerse esas cuestiones da una imagen de ser especialmente benevolente con los "defectos" de los demás. 

Pondré un ejemplo inventado para ilustrarlo. Pensemos en algo tan absurdo como estar preocupado porque los compañeros del equipo de fútbol de los domingos descubran que tu coche lo compraste de segunda mano y un pariente te prestó el dinero. Que además el coche no es el modelo más equipado. Es decir, a quién le importaría algo así y ¿Qué dice de ti pensar que eso cambia la imagen que los demás tengan de ti? ¿Qué dice de cualquiera que de hecho piense que eso es importante y debe dejar de hablarte o tener cualquier tipo de convivencia contigo por eso? Creo que problablemente , te encontrarías con que muchos miembros del equipo tienen un coche de segunda mano, recibieron apoyo de alguien o de una institución para comprar su coche, que haya quien ni siquiera tiene coche, quien no ha podido cambiarlo en muchos años, quien renovó un coche desde cero por sí mismo y muchas otras variantes.

Al final, creo que quien te quiere bien te quiere con cualquier peculiaridad que sea parte de tu historia. Quien te quiere bien, te quiere justamente porque eres el conjunto de características y experiencias que te han formado. Que siempre que haya congruencia, da lo mismo tu situación de vida, tu estrato económico, tu orientación sexual o la de los miembros de tu familia, tu estado civil, tu grado de estudios. etc. Podrías tener una vida aparentemente perfecta que, si alguien quiere lastimarte, buscaría cualquier punto débil y si no, se lo inventaría. Quien te quiere bien, podrá conocer a detalle defectos, debilidades, tristezas, dificultades y seguirá queriendo ser parte de tu vida.

Queda en nosotros reconocer el valor de lo que nos forma y de las experiencias de nuestro día a día. Igualmente, nos corresponde solamente a nosotros decidir cómo reaccionar ante aquellos que pretenden juzgarnos desde la ignorancia. Es difícil darse cuenta, pero llega un momento en que la vida te enseña que quien te juzga, realmente muestra más de él o ella que de ti. Que quien te acepta, también muestra su valía.

Los que tenemos hijos tenemos la responsabilidad adicional de transmitir esos valores a nuestros niños. Tanto la seguridad de estar orgullosos de su historia, como el respetar con la misma fuerza las historias de todos los demás. Les deseo esa claridad mental de saber que, no importa las experiencias que hayan tenido que pasar, se sepan queridos y respetados. Que en ese sentido, tengan el mismo respeto hacia cualquier persona que conozcan, coincida o no con su forma de ver la vida; y que no tomen como algo personal cuando alguien sea incapaz de entender y agradecer esas diferencias.

¡¡¡Buenas noches!!!


Gaviota

lunes, 28 de enero de 2019

Pues aquí pasándola, y tú, ¿¡qué tal?!


Hoy el dia tuvo un comienzo diferente. Diferente y a la vez con las rutinas esperadas en esos días "diferentes".  A ver, me explico:

En la madrugada, en un giro al dormir, noto una pequeña pulguilla durmiendo entre mi esposo y yo. No es común, pero tampoco es la primera vez, así que hay ya un modus operandi de apapacho a la impactada por su pesadilla y continuar durmiendo las horas restantes. Otra: Hoy a rutina laboral cambiaba harto y eso hacía que los horarios de despertar también cambiaran. Mi alarma no sonó, pero gracias a estos cambios no fue tan importante. Incluso hoy fue uno de esos días bonitos en que vamos mamá y papá a dejar juntos a los chicos en su escuela. Entonces, variaciones con rutinas que aplican a esos cambios.

El día continuó con el guión de los lunes que, hay que decirlo, es bastante predecible. Que trabajar y entregar documentos, que surtir la despensa, que la comida, que los niños. De pronto, en una de esas salidas casi en piloto automático, el coche no arranca. ¡Ja! Seguro algo hice raro. A ver... Nada. Ruidos raros, luces raras. Mejor no le muevo, no lo vaya a empeorar. 

Felizmente, justo hoy tenía la posibilidad de usar un vehículo alterno, así que hice rápido el cambio de llaves y ¡vámonos! El tour era bastante corto, así que al volver, estaciono el coche y ¡zas! Había una manguera mal ubicada y aparentemente forzada y ¡oh sorpresa! el movimiento rompe el tubo que estaba entre el muro y la llave a la que estaba unida esa manguera y... ¡¡¡comenzó a llover en la cochera!!! Tuve la inocente idea de pensar que todo se resolvia "cerrando la llave" y me encontré con que había esta simpática rotura, así que... estacionamos el coche entre la lluvia artificial y en modo película de detectives ochenteros corrí por la escalera, brinqué muros cual practicante de parkour, escalé la estructura del ¡¡¡Rotopláaaaaas!!!! y cerré la llave de paso.

Para ese momento, la rutina hiperestructurada de inicio de semana, que tenemos muy bien estudiada, ya se había ido muy al... bien lejos. Tres respiraciones profundas después, temiendo composturas, falta de agua y dramas telenovelescos, recordé que había un plomero salvador que suele resolver los problemas del barrio en modo cool, con motocicleta y todo. Conseguí los datos con mi vecina y de paso, casi a la vez,  llamaba al servicio de asistencia rogando que el problema del coche fuera algo bien simple pero con la cabeza puesta en los Ubers que estaría usando si no corría con tanta suerte.

De pronto, se escuchó una música celestial, se abrió el cielo, apareció una rosa blanca, se sintió un veintecito tibio que movió mis rizos al viento y un coro empezó a cantar. Ok, no. Lo que sí sucedió fue que el plomero estrella apareció con su moto y en muy pocos minutos hizo su magia y reparó el problema. Ya de paso mejoró la instalación de la llave y el jurado calificador le otorgó mención honorífica.  

Resuelto esto, llamé nuevamente al servicio de asistencia vial para decirles que no había nadie tan maravilloso como el Super Plomero y que estaban perdiendo puntos, cuando aparece tremenda grua frente a la casa. Ya veía mi cochecito partir en el monstruo aquel cuando me acerco a preguntar si era tan inocente en intentar meter eso al fracc., pero no. El señor venía armado con uno de estos aparatitos de infomercial que suenan demasiado buenos para ser verdad y que consiste en una señora batería recargable como la que ya todos compramos para cargar nuestro celular, pero con cincuenta veces esa capacidad. Clack, dos segundos, conecta y así de fácil ya arrancaba el coche. Ni mil cables, ni "acerque el coche señito", ni rollos terribles.

Al final todo quedó en pasear un ratito por el periférico para que la batería agarrara tono y ya. Así que ahí iba yo como película noventera cursi, cantando con la luz del atardecer como si fuera al encuentro de mi destino. Y bueno, mi destino consistió en comerme un merecido chocolate tras la aventura y sentarme aquí a relatar esta anécdota de programa de cliché de Disney Channel. 

Moralejas (Hay una moraleja porque si no, no sería historia Disney):

1. Incluso cuando las cosas se salen de curso, parar dos segundos, o un poquito más si la cosa es grave, ayuda a desconectar y evita tirarse al drama. 
2. SIEMPRE hay alguien dispuesto a ayudarte con toda la buena onda del mundo.
3. SIEMPRE hay alguien que se dedica a resolver esos problemas que pueden parecernos abrumadores, pero que solo dan la impresión de serlo porque no forman parte de nuestra rutina, habilidades o intereses, pero las personas somos tan diversas que cada quien hace (o así quiero creer) de sus habilidades y preparación un servicio útil .
4. De cada experiencia se aprende. Ahora tenemos un buen contacto para resolver desperfectos en casa y, sabemos que esos aparatos cuasi-milagrosos, de hecho funcionan!!!


¿Lo mejor? Cada persona con la que interactué fue sumamente amable y eficiente. ¿Conclusión? Un día bonito a pesar de lo distinto y de las posibildades de caos que las circunstancias planteaban.


¡¡¡¡¡Feliz lunes!!!!!


Gaviota